Daily Devotionals

July 17

Predique...¡con verdadero denuedo!

Kenneth Copeland
Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra.

¿Ha notado que muy a menudo los milagros ocurren entre las personas que son valientes? La valentía y lo milagroso se encuentran tan ligados que algunas personas tratan de actuar de una manera audaz, a fin de lograr que las cosas sucedan. Por supuesto, eso no funciona de esta manera. En algunas ocasiones, he visto a personas que oran con una voz tan alta en un restaurante, sólo para demostrar que son audaces en su relación con Dios, y lo único que lograron fue irritar a los demás. Sin embargo, alguien que posea una verdadera valentía puede hacer lo mismo, pero en este caso un gran poder será liberado. Smith Wigglesworth poseía esa clase de audacia. Un amigo se encontraba con él en una cafetería de Londres, y me narró lo siguiente: «Antes de que el señor Wigglesworth se sentara a comer, él echó un vistazo y con su fuerte y poderosa voz expresó: “No vi a nadie orar por esta comida y darle gracias a Dios”. Después comenzó a orar». Todos los que se encontraban allí bajaron sus tenedores e inclinaron la cabeza, y cuando él finalizó todas las personas dijeron: «”¡Amén!”». La oración del señor Wigglesworth paralizó a toda la cafetería, porque él contaba con la audacia que venía de Dios. Muchas personas escuchan esto, y exclaman: “Yo no podría ser tan valiente”. Pero déjeme explicarle algo, si es un creyente y posee una Biblia, ¡usted también puede ser una persona valiente! Para descubrir el secreto de la verdadera valentía espiritual, lea Hechos 4. En ese capítulo, la valentía de Dios vino sobre toda una congregación de creyentes. Esto no fue producto de la casualidad, tampoco fue un inexplicable “accidente de fe”. Ésta se manifestó sobre esas personas por una razón específica: la respuesta a una oración específica. La historia es la siguiente: Pedro y Juan le ministraron sanidad a un paralítico de la puerta llamada la Hermosa. Entonces ese milagro agitó a la ciudad de tal manera que los judíos religiosos los pusieron en custodia, los arrestaron y también los amenazaron fuertemente; ordenándoles que nunca más predicaran en el nombre de Jesús en la ciudad de Jerusalén. Y lo primero que hizo la congregación fue alabar a Dios. Pedro y Juan acababan de ser amenazados por las autoridades locales; sin embargo, ellos acudieron a la autoridad más alta. ¡Fueron directamente con el Rey de reyes y Señor de señores! Luego, en el versículo 29 leemos que le pidieron valor para predicar el evangelio. Estos creyentes no se enfocaron en las amenazas, sino en las promesas del Señor; y cada palabra que pronunciaban en sus oraciones provenía de esas promesas. Podemos aprender algo de esta situación. Cuando haya amenazas, enfermedades o escasez, debemos declarar la Palabra. Cuando el diablo aparezca, ¡predique la Palabra! ¡Predíquela a tiempo y fuera de tiempo! Y cuando usted la predique, ¡hágalo con valentía! Nehemías 3-4; 1 Pedro 5 Dios me concede valentía para que yo pueda predicar Su Palabra (Hechos 4:29).

Scripture Study: Hechos 4:23-33


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